lunes, 5 de diciembre de 2011

Arribos y partidas.

Observó a su alrededor. Tiendas, gente con valijas, caminando perdidos, o buscando a alguien. Soltó un suspiro al aire y metió sus manos dentro de su abrigo negro. Mientras mordía su labio pensaba que no podía soportarlo más. Quitó una mano y comenzó a rascarse la cara, a jugar con su cuello. ¡Vaya si estaba nervioso! Temía cómo reaccionaría luego de tanto tiempo sin verla.
Jamás pensó que iba a volver a tenerla cerca después de haberse ido así. Simplemente se acercó a su casa y le dijo que se marcharía. A él se le había acabado el mundo ni bien ella pronunció esas palabras, aunque solo llevaban 10 meses de relación.
Una mujer dijo algunas cosas en el altavoz, seguido de un número de vuelo. El revisó el papel que llevaba en su pantalón e hizo un sonido con la boca. No, ese no era su vuelo.
Y ahí estaba él, parado debajo del cartel de ‘Arribos y partidas’ cuando la mujer dijo otro número y la vio llegar.  Ella soltó su equipaje dejándolo caer al suelo y fue corriendo directamente hacia él. Dieron una pequeña vuelta en el abrazo y la muchacha, bastante más baja que él, ocultó su cabeza en su pecho mientras él la tapaba con sus brazos.
- Joseph – susurró, mientras acariciaba su cabello y olfateaba su cuello, en busca de su característico perfume – te he extrañado tanto –
- Sí yo… yo también – Era costoso para él pronunciar esas palabras sabiendo que en los últimos meses no había llegado a pensar en ella. Estaba seguro de que no volvería jamás –
- No puedo creer que estoy aquí – dijo y se separó de él para mirarlo a los ojos. Pasó su mano por la nuca y en puntitas de pie se preparó para besarlo. El cerró los ojos y acortó la poca distancia que había entre ellos. Se sentía en el cielo. –
- Gracias por volver Sammie, gracias por no dejarme condenado a la soledad para siempre – ella rió estruendosamente, él la miró con desconcierto –
- No iba a dejarte solo, tontito – y tocó su nariz con el dedo índice - ¿Pensaste que jamás volvería? - 
- Jamás perdí las esperanzas de que lo hicieras – volvieron a unirse en un beso, que lo despertó de aquel sueño que él creía estar soñando – Estas diferente – y si lo estaba.  La antigua castaña ahora estaba pelirroja, y su corte carré estaba reemplazado por una larga melena ayudada por extensiones, creía él, que llegaba hasta su cintura.  – Me gusta tu cabello, ahora puedo jugar con él cuando te abrace –
- Sabía que te gustaría, tienes cierta obsesión con mi pelo – él sonrió de costado, mientras ella tomaba sus cosas y le extendía la mano a Joe para que comenzaran el camino a lo que, ahora sí, podía llamar hogar. –

jueves, 1 de diciembre de 2011

Oh, Caroline.


El rubio conducía a toda velocidad, con enojo. Golpeaba el volante con sus manos e insultaba al aire. Hizo algunas cuadras así y luego se tiró hacia la banquina y detuvo el motor.  Los recuerdos inmediatamente inundaron su cabeza.
“- ¿En dónde has estado? – preguntó Caroline, él rodó los ojos –
- Te dije que estaría en la casa de Richard – prostestó –
- Podrías haber llamado – replico Caro en forma de reproche –
- No quise hacerlo ¿Sí? No tuve ganas de llamarte. –
- ¡Oh, pero si tuviste ganas de quedarte allí hasta las 5 de la mañana! – gritó ella, y continuó – tengo un examen importante mañana, Dougie, y no he dormido nada por tu culpa. –
- Es tú culpa por quedarte despierta. –
- Es tú culpa por estar siempre afuera –
- ¿Siempre afuera? Es la primera vez que salgo con Richard en meses, no puedes culparme  por tu falta de confianza en mí. –
- Sí que puedo hacerlo, tu siempre estas mirando a otras mujeres  y …. – ”
La discusión había durado hasta las 6:40 am, un vecino se acercó, tocó timbre y preguntó si todo estaba bien. Dougie salió enojado de la casa y condujo hasta un lugar desierto. 
- No puedo con esto Caroline – dijo por la línea telefónica. Ella lo había llamado –
- ¿Entonces esto se acabó? – hubo un silencio en la llamada - ¿Hola?
- Lo siento Car, pero sí. No puedo seguir con tus reproches. No puedo más. – y colgó. –
____
Era el día anterior a su cumpleaños. Dougie había estado esperando ansioso ese día, pero ahora que todo con Caroline había salido mal, ya no quería saber nada con esa fecha.
- No puedes cancelarlo todo solo porque cortaste con Caro – se quejó Harry –
- ¿Qué quieres que haga? No estoy de ánimo como para festejar nada – contestó honesto y se paró en busca de una cerveza –
- Dougie – dijo Danny, tomándolo del brazo – no dejes que Caroline te arruine. Tienes que vivir –
- No quiero hacerlo sin ella – musitó alejándose –
- ¿Y qué haremos ahora? – preguntó Tom –
- No hay nada que hacerle. Estoy seguro como de que me llamo Harry, de que Dougie no cambiará de opinión ahora –
Una vez solo en casa, Poynter solo se dedicó a dormir. Tanteaba el espacio sobrante en su cama y recordaba a Caroline, que solía llenarlo. Una sonrisa se formó en su cara cuando pudo oler el perfume de su ex novia, que seguía en la almohada.  La tomó y la abrazó, así fue como cayó dormido.
______
El 30 de noviembre había llegado, la casa estaba silenciosa porque los chicos se habían ido ya, porque al otro día debían ir a trabajar. Dougie había aceptado hacer algo pequeño en casa, así que se habían reunido.  
Un suspiro retumbó en todo el lugar, se sentía solo, muy solo. Faltaban las carcajadas de su novia, el ruido de la música sonando, faltaba la felicidad.  Lo que él no sabía es que a menos de una cuadra de su casa, una muchacha caminaba bajo la fuerte lluvia en dirección a su hogar.
Caroline llevaba una bolsa grande, que ahora se encontraba empapada. Se paró bajo el pórtico y tocó el timbre esperando que él atendiera. Dougie abrió lentamente la puerta.
- Ca… Caroline – dijo tartamudeando - ¿Qué haces aquí? – una media sonrisa se formó en el rostro de aquel muchacho que sentía que su suerte había cambiado abismalmente –
- Te dije que tenía una sorpresa para ti, no podía no dártela. Oh, y además hay chocolates dentro de la otra bolsa.  – la voz le temblaba, estaba llorando – te estuve extrañando, Doug. Por favor no peleemos otra vez. –
- Caro – susurró, y la estrechó entre sus brazos mientras se unían en un tierno beso. Él corrió un mechón de cabello de la cara de su novia y le juro con la mirada que no volverían a pelear otra vez. –