Comienzo a caminar por un pasillo, moviendo mi varita hacia
todos lados, en busca de una salida. La cabeza se me partía en miles de pedazos
y no recordaba donde estaba, por
consiguiente, no sabía como había entrado, ni como podía salir. Empezaba a
sentirme atrapada, con un nudo en la garganta que se había instalado para
quedarse.
¾ Lumen¾
oigo que balbucean con nerviosismo en algún sitio, y una luz brillante me da la
señal de que no estaba sola – Dios…¾
lo oigo mascullar mientras camina por alguna parte. Sus pasos sonaban cada vez
más fuerte, así que decidida me giré sobre mi misma para encontrarme con el
muchacho. Para mi desgracia, estaba demasiado cerca.
Me volteé chocando con él. El chico dio un respingo, pero se
calmó ni bien vio mi barita. Achiné los ojos.
- ¿Tú? – pregunté mientras mi cabeza debatía si esto era un mal
sueño, o una peor realidad.
¾ ¿Tu
eres Aria, la de la clase de Lengua? ¾
preguntó incrédulo – Vaya, no sabía que eras como yo – rodé los ojos.
¾No
quiero hacer sociales contigo¾
aclaré rápidamente ¾solo
quiero saber en donde estoy ¿Podrías decirme…?¾
dudé. ¿Cómo era que se llamaba? ¿Michel, Martin?
- Mitchell – dijo aclarando mis dudas – Mitchell Benson –
extendió su mano. Yo la examiné y en vez de tomarla, volví a preguntar.
¾¿Puedes
decirme en donde estoy?
¾Cazadores¾ murmuró, y sentí como
todo comenzaba a girar a mi alrededor. Lentamente empezaba a recordar las cosas
– me desperté en un cuarto vacío hace unos minutos – yo me sostuve fuertemente
de la pared, porque sabía que en cualquier momento me caería. Me habían
encontrado – ¿Estás bien? – preguntó y me contuvo con sus manos.
¾-Hay
que salir de aquí YA¾ le
ordené. Él asintió con la cabeza acatando mi orden, sabiendo que de ahora en
más, estábamos juntos en esto.
Mitchell Benson estaba en mi clase de Lengua y Literatura.
Era un recién llegado que vivía en la parte pobre de la ciudad, en la Pradera.
Su presencia en el colegio era extraña, ya que todos los que estudiábamos allí
éramos o hijos de un político, o poseíamos cierta fortuna (en mi caso, era
ambas). Era alto, de cabello castaño, con un flequillo que caía sobre su
frente. Sonrisa blanca y unos adorables ojos miel que te observaban con esa
mirada de ‘¿Tienes una monedita, por
favor?’ No lo soportaba, y él tampoco a mí. ¿Qué si hablamos? No, nunca.
Simplemente nos caemos mal. Quizás es porque ambos tenemos buenos promedios y
no dejamos de competir en todo. Es un idiota, no me cae bien, y jamás lo hará,
pero si dependía de él para salir de este aprieto (grave aprieto) en el que
estábamos, iba a fingir que lo amaba tanto como a mi madre.
Caminamos por los pasillos con cara de asco. El olor que se
respiraba junto con el aire, era a muerto. Pestilencia a putrefacción.
¾No
puedo resistir más esta peste¾
le dije, y el asintió. Nos quedamos parados frente a lo que parecía una
escalera.
¾¿No
crees que… fue demasiado fácil encontrar la salida? ¾ Yo hice un sonido molesto con la
boca.
¾Al demonio, salgamos,
vamos ¾ presioné. Subí peldaño
tras peldaño, llenándome de moho, hasta que llegué a la pequeña puerta que se
encontraba sobre nosotros. La abrí y la repentina luz nos cegó por un instante,
hasta que nuestras pupilas se acostumbraron. Ambos abandonamos el maloliente sitio.
Caminamos por el lugar, callados. Estaba desierto.
Mirando a nuestro alrededor descubrimos
un pequeño bosque que se levantaba a unos metros. Caminamos hacia él, también
en silencio.
¾¿Qué
crees que pasará con nosotros ahora?—me atrevo a preguntar, pero me doy cuenta
de que no ha sido prudente cuando Mitchell se cae de rodillas al piso y
comienza a llorar. ¾Ok,
Benson, lo siento ¿Sí? No quise preguntar eso, vamos, venga, sigamos caminando.
—Él se paró con dificultad quitando las lágrimas de sus ojos avellana.
¾No sé
qué será de nosotros, Casandra. Tampoco sé si quiero saberlo—Concluyó. Yo
tampoco quería saber, de todos modos. Estaba asustada.
¾Nada
bueno, puedo asegurarles¾
respondió una voz lejana. Nuestros cuerpos se tensaron y cortamos el paso al
mismo tiempo. Cuidadosamente nos volteamos para encontrarnos con la figura
negra de un cazador.
El resto de su grupo no tardó en llegar. Portaban lanzas,
arcos y flechas, armas de fuego, redes. ¿Acaso nos iban a cazar, cómo si fuéramos
presas? Lo último que recuerdo fue que largamos a correr con toda nuestras fuerzas
y Mitchell recibió un flechazo en la pierna dejándome sola. Mi paso se detuvo,
no pensaba dejarlo ahí, lo arrastraría si fuera necesario, pero no iba dejarlo
morir.
¾Alto¾ gritó una voz ¾No disparen¾ Cuando lo vi me sentí
enferma, mareada, todo se tornó negro y
estaba claro que había dejado el mundo de la conciencia.
¾Ignis¾ dijo mi primo ni bien me
desperté.
Ok, omitan que es una ridiculez y díganme que es hermoso, que estan en la presencia de la nueva J.K Rowling, o Suzanne Collins.
Ok, omitan que es una ridiculez y díganme que es hermoso, que estan en la presencia de la nueva J.K Rowling, o Suzanne Collins.