domingo, 22 de enero de 2012

Los Juegos del Hambre, sinsajo.

—¿Te acuerdas? —me pregunta—. Aquí es donde me besaste.
Así que la gran dosis de morfina que le administraron después de los azotes no
fue suficiente para borrar eso de su conciencia.
—No pensé que recordaras eso —le digo.
—Tendría que estar muerto para olvidarlo. Tal vez ni siquiera entonces —me
dice—.Tal vez voy a ser como ese hombre en “El Arbol de la ejecución”. Aún
esperando por una respuesta. —Gale, a quien nunca he visto llorar, tiene
lágrimas en los ojos. Para evitar que se derramen, me inclino hacia delante y
presiono mis labios contra los suyos. Sabemos a calor, cenizas y miseria. Es un
sabor sorprendente para un beso tan suave. Él se aleja primero y me da una
sonrisa irónica—. Sabía que me besarías.
—¿Cómo? —digo yo. Porque ni yo misma me reconozco.
—Porque estoy apenado —dice—. Esa es la única manera en la que llamo tu
atención. —Él toma la caja—. No te preocupes, Katniss. Esto pasará. —Se va
antes de que pueda contestar.

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